Hace unos días no prendió mi ipod ántes de salir a correr, al principio me molestó, pero las cosas pasan por algo y esa tarde aprendí dos cosas. Para explicar lo que pasó, me remontaré a enero de este año, era la primera semana del 2017, tomé una libreta y una pluma y dediqué un buen rato a escribir mis metas para el resto de año. Era una lista larga, pero para efectos de esta historia, resulta que justo al centro de esa hoja, se encontraba una meta poderosa, correr una carrera de 21kilómetros. Nunca había corrido eso, y la meta se veía retadora. Para ello, me hice un plan de alimentación para comer sano, me propuse hacer ejercicio al menos 3 o 4 veces a la semana y dormir bien.
Pasaron los meses y seguí apegándome a mis propósitos sin perder de vista la meta. En una semana podía correr 5kms un día, luego 10kms otro, salir en bicicleta el fin de semana, evitar tomar refresco y ni se diga la cerveza porque pues, ya sabes, podía afectar todo mi avance.
Se llegaba verano y me encontraba en mi mejor peso desde hacía años, estaba tomando menos Coca Cola de la que me pudiera imaginar, todo marchaba perfecto. Se llegó octubre, el mes de la carrera y sí, claro que sí, corrí el 21k y lo corrí en un tiempo ¡notable!, ¡sobresaliente!
Era finales de octubre y hasta ese momento, todo parecía un éxito; sin embargo, todo cambió después de ese día. Decidí tomarme una semana de descanso, esa semana se convirtió en dos, luego en tres, y cuando acordé, ya estaba a mitad de diciembre y en un mes y medio había salido a correr sólo en tres ocasiones (lo que antes hacía en una sola semana). El problema no era solo eso, sino que como no estaba corriendo, no me “dolía” tomar un poquito más Coca Cola, pedir un taquito extra ni comerme todos esos chocolates. Era mitad de diciembre y yo pesaba más, me sentía con menos energía, me veía más cachetón y más gordito. Perdí el rumbo y gran parte de lo que ya había ganado los primeros 10 meses del año.
Decidí hace unos días volver a correr, esa tarde mi Ipod no tenía pila y aunque al prinicpio pensé que era muy mala suerte, resultó que fue mucho mejor porque pasé la corrida conmigo mismo, pensando y reflexionando… y es así como caí en cuenta de que en resumen, había cometido DOS errores graves:
- Cuando terminé el 21K, no me hice un replanteamiento de una nueva meta por conseguir.
- Resté importancia a un hábito que para mí, es tan poderoso que por sí mismo va causando un efecto dominó en otros hábitos. Le llamaremos “hábito poderoso”.
Caí en cuenta de que cuando no tienes un objetivo claro, no sólo pierdes en rumbo (eso casi todos lo sabemos a estas alturas), sino que pierdes motivación y se te resbalan más las cosas a las que debes dar importancia.
Además, me di cuenta de que un solo hábito poderoso (en este caso, correr), hacia casi de forma automática que yo tratara de evitar comer mugrero, tomar refresco, comer dulces, ir todos los días por taquitos….incluso y por algún motivo inexplicable, ese hábito me hacía sentir tan bien que provocaba que dedicara menos tiempo a Facebook, que me despertara más temprano, que leyera más; es decir, un solo hábito (correr) tenía como consecuencia una motivación muy fuerte que producía a su vez un efecto cadena con muchos otros hábitos buenos.
Por eso, y en conclusión, mi mejor deseo para este nuevo año es que logres dos cosas:
- Ten un objetivo claro, persíguelo; y por favor, cuando lo logres claro que sí, disfrútalo, pero piensa de inmediato en una nueva meta por alcanzar.
- Está bien hacer una lista de 12 deseos el 31 de diciembre, o una lista de 25 objetivos por conseguir, todo eso está muy bien, pero de corazón, deseo que sepas detectar cuál de esos objetivos y hábitos es tan poderoso que va a tener la fuerza de hacerte una mejor persona. Hay un hábito y una meta que va a empujarte a lograr lo demás.
¡Felices fiestas y mis mejores deseos para este nuevo año! Deseo que sea para ti un año lleno de salud, alegrías, bendiciones y éxitos.
